Allá por
2014 escribí sobre la magnífica experiencia que supuso dar una clase en el IE
Law School de Madrid, sobre cohecho y tráfico de influencias. Lo importante, al
menos para mí, fue el volumen de preguntas que lanzaron los alumnos, que
supusieron aproximadamente la mitad de la clase.
Un
economista que era parte del alumnado me vino a decir que eso del “daño
reputacional” era un cuento para asustar a viejas. Era un enfrentamiento en
toda regla, el que cuantifica y nunca sale de lo objetivable contra quien cree
en las repercusiones de cuanto hacemos, sea para bien o para mal. No en vano,
Máximo Décimo Meridio, Gladiator, le
dice a sus soldados antes de hacer picadillo a los germanos que “lo que hacéis
en esta vida tiene eco en la eternidad”.
Dejando
ejemplos de películas al margen, vamos a examinar algunos casos prácticos en
los que una conducta bien delictiva, bien próxima a lo delictivo, o bien no
éticamente aceptable, ha causado efectos tal vez no cuantificables en todos los
supuestos, pero palpables.
A) Aquel
día lo cierto es que sólo se me ocurrió ponerle al alumno el ejemplo de
Esperanza Aguirre y los agentes de movilidad. Recurso va, recurso viene,
archivo va, revocación viene… el caso es que es algo que no gusta al público no
especialmente fanatizado con su formación (es decir, los que no les van a votar
a toda costa), ese tipo de espectáculos.
B) Más
próximos en el tiempo tenemos el Volkswagengate,
con unas pérdidas astronómicas para la empresa automovilística. Véase, por
ejemplo, ESTA NOTICIA.
C) La
consultora Arthur Andersen, otrora una de las Big Five, fue literalmente destrozada por el escándalo Enron en
Estados Unidos y jamás se recuperó de aquel durísimo proceso.
D) Mucho
más cerca, esta misma semana, se ha publicado que la ocurrencia del Banco
Santander de patrocinar un evento con Arnaldo Otegui ya les ha supuesto, sólo
en el primer día, el cierre de seis mil cuentas. NOTICIA.
Lo cierto es
que las malas decisiones, entren en el delito o no, no atajadas a tiempo,
acarrean consecuencias que deberían pasar necesariamente por el departamento de
compliance ante la más mínima duda de oportunidad.
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