Basado
en un caso ¿real?
En
cierta ocasión, en un pueblo ni muy grande ni muy pequeño, una persona vio
desde la ventana de su vivienda, que estaba encima de su negocio, cómo saltaba
la alarma y un sujeto salía corriendo con un electrodoméstico, observando muy
de pasada sus rasgos.
Detenido
el mismo al encontrarse el electrodoméstico en cuestión y suponiendo que
hubiera que determinarse si estábamos ante el autor del robo o un simple
receptador, se organizó por la policía local una rueda de reconocimiento en el
Juzgado.
El
ciudadano, víctima del robo en su establecimiento, sin dudarlo y casi tan
pronto vio a todos los candidatos eligió a uno de ellos. El juez, un tanto
extrañado por tanta celeridad le preguntó si no se lo quería pensar y mirar
bien. Nuestro ciudadano dejó bien claro que no hacía falta volver a mirar:
señaló que uno de los componentes de la rueda era policía local del mismo
municipio, otro era el panadero y así sucesivamente, con lo que el único al que
no conocía necesariamente debía ser el autor del robo.
Conclusión,
no es nada fácil montar ruedas de reconocimiento válidas en pueblos donde todos
se conocen
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En 1983 participé en un dispositivo antiatracos que se activó en Bilbao cuando dos ciudadanos asaltaron una sucursal bancaria. Un colega y yo fuimos los primeros policías de paisano que entraron en la sucursal después de que los autores hubieran huido. Tras asegurarnos de que no había heridos, recabamos datos sobre los atracadores y los transmitimos por radio a las demás patrullas en la calle. Los malos fueron detenidos unos pocos minutos después por una patrulla uniformada.
ResponderEliminarAl lumbreras de mi jefe se le ocurrió que, como no había gente suficiente para completar la rueda de reconocimiento y además, mi aspecto encajaba con un sospechoso cualquiera, yo podía hacer de relleno en la rueda: el resultado fue que todos los testigos me identificaron como uno de los atracadores.
Afortunadamente, tenía coartada.
Parecido al comentario anterior. Un amigo mio es funcionario de justicia y su primer destino fue un pueblo de Canarias (o ciudad, no se me ofendan). Las ruedas de reconocimiento las completaban los propios funcionarios. En más de una era identificado el mismo y todo eran risas, hasta que la reiteración en la identificación ya dejo de ser graciosa :)
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